Científicos españoles revelan cómo actuar para prevenir el alzhéimer

Un estudio español muestra que las personas de mediana edad (50 años) con un riesgo cardiovascular elevado sufren un deterioro cerebral que las hace más vulnerables al alzhéimer y que una intervención temprana puede proteger el cerebro.
Dibujo de una cabeza con un cable que sale del cerebro con un enchufe dirigido a un corazón

01/09/2023

Una investigación realizada por científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) ha demostrado que evitar los factores de riesgo cardiovascular –tabaquismo, niveles altos de presión arterial y colesterol, sedentarismo y diabetes, entre otros– no solo protege la salud del corazón y las arterias, sino que resulta clave para prevenir el alzhéimer.

Con frecuencia las enfermedades cardiovasculares y la demencia se dan a la vez en personas de edad avanzada, pero hay pocos estudios en personas de mediana edad (50 años) que hayan evaluado la interacción entre la aterosclerosis (formación de placas de grasa en las arterias que las obstruyen) y la salud del cerebro. El estudio se ha publicado en The Lancet Healthy Longevity y muestra que la aterosclerosis y sus complicaciones asociadas están involucradas en la aparición de alteraciones cerebrales relacionadas con la enfermedad de Alzheimer, el tipo de demencia más común.

Estos hallazgos son muy relevantes porque ofrecen la posibilidad de intervenir sobre un problema de salud modificable, como las enfermedades cardiovasculares, para prevenir el desarrollo de las demencias, para las que no existe tratamiento para muchos pacientes, ha afirmado el Dr. Valentín Fuster, uno de los autores principales del estudio, que añade: “Cuanto antes empecemos a controlar los factores de riesgo cardiovascular, mejor será para nuestro cerebro”.

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Factores de riesgo modificables que preceden al alzhéimer

En 2021, los investigadores del CNIC descubrieron que la presencia de factores de riesgo cardiovascular y de aterosclerosis subclínica –antes de que se manifiesten los síntomas– en las arterias carótidas –que se encargan de suministrar sangre al cerebro– en individuos de 50 años aparentemente sanos que participan en el estudio PESA-CNIC-Santander, estaba asociada a un menor metabolismo de glucosa cerebral. El metabolismo de la glucosa cerebral está considerado un indicador de salud cerebral.
 

“El cribado de la carótida tiene un gran potencial para identificar a las personas vulnerables a sufrir alteraciones cerebrales y deterioro cognitivo en el futuro”


A los participantes del PESA-CNIC-Santander se les ha seguido durante cinco años y se ha encontrado que aquellos que mantienen un riesgo cardiovascular elevado durante todo este tiempo sufren una disminución aún mayor del metabolismo cerebral medido a través de técnicas de imagen como tomografía por emisión de positrones (PET). “Hemos detectado un declive metabólico cerebral tres veces mayor que el de personas que se mantienen en bajo riesgo cardiovascular”, señala Catarina Tristão-Pereira, primera firmante del artículo.

La glucosa es la principal fuente de energía de las neuronas y otras células cerebrales. “Si el consumo de glucosa cerebral disminuye durante varios años puede limitar la capacidad del cerebro de lidiar en un futuro con enfermedades neurodegenerativas o cerebrovasculares”, asegura Juan Domingo Gispert, experto en Neuroimagen del CNIC y del Barcelonaβeta Research Center.

De hecho, en colaboración con expertos de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), descubrieron que este declive metabólico se debía en parte a que ya existía daño neuronal en estos individuos. “Este dato es particularmente relevante ya que la muerte de las neuronas es un proceso irreversible”, remarca Marta Cortés Canteli, neurocientífica del CNIC.

Los investigadores también descubrieron que la progresión de la aterosclerosis subclínica en las carótidas durante estos cinco años se relacionaba con una disminución del metabolismo en regiones cerebrales vulnerables a la enfermedad de Alzheimer, que se sumaba al efecto de los propios factores de riesgo cardiovascular. “Estos resultados corroboran que la detección por imagen de la aterosclerosis subclínica aporta información muy relevante”, añade Fuster.

Los investigadores afirman que, en base a estos resultados, “el cribado de la carótida tiene un gran potencial para identificar a las personas vulnerables a sufrir alteraciones cerebrales y deterioro cognitivo en el futuro”, y destacan que “este trabajo podría tener importantes implicaciones para la práctica clínica, ya que apoya la implementación de estrategias de prevención cardiovascular primaria en etapas tempranas de la vida como enfoque valioso para una longevidad cerebral saludable”.

“Aunque aún no conocemos el impacto que esta disminución en el metabolismo cerebral puede tener sobre la función cognitiva, el haber detectado ya daño neuronal sí que nos indica que cuanto antes empecemos a controlar los factores de riesgo cardiovascular, mejor será para nuestro cerebro”, concluye la Dra. Cortés Canteli.

Fuente: Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC)

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Actualizado: 1 de septiembre de 2023

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