Tapir centroamericano, el conteo regresivo hacia su extinción

Hay cuatro especies de tapir, todas tienen un alto grado de amenaza según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). En las últimas tres décadas su población se redujo a la mitad.
tapir centroamericano
El tapir centroamericano llega a medir dos metros.Martin Harvey/Getty Images

El tapir centroamericano tiene un aspecto prehistórico. Da la impresión de ser una cruza minimalista de caballo regordete con elefante miniatura de trompa achatada. Pero no, se trata del mamífero más grande de los neotrópicos que, por su andar sigiloso, rara vez es visto por las personas. Además de evasivo, este animal es vulnerable a la pérdida de su hábitat, por eso, investigadores de El Colegio la Frontera Sur (Ecosur), como Jonathan Pérez, estudian el estado de salud de las poblaciones de esta especie con collares, cámaras trampa y la microbiota de sus heces, con miras a mejorar las acciones de conservación.

Hay cuatro especies de tapir y todas tienen un alto grado de amenaza según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La población del tapir centroamericano (Tapirus bardii) —que habita entre el sur de México y la parte occidental de los Andes colombianos— está en peligro. En las últimas tres décadas su población se redujo un 50 por ciento. En El Salvador se le considera extinto.

Estos herbívoros de trompa prensil aparecieron hace 30 millones de años. Las poblaciones humanas que los tienen como vecinos, les conocen como danta, danto o anteburro. Tienen una labor ecológica muy importante como dispersores de semillas al comer frutos grandes que riegan por las selvas; se ha registrado que distribuyen especies por radios de hasta 20 kilómetros.


Pepino de mar capturado en el Mar de Japón.
Investigadores llevan más de una década diseñando un sistema de cultivo para evitar la aniquilación de la especie. Ya se realizan las primeras pruebas piloto.

Jonathan Pérez trabaja en Ecosur, es miembro del Grupo de Especialistas en tapires por la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza, e integrante del Grupo de Especialistas de tapires en México. El veterinario de vida silvestre realizó su maestría y doctorado en Ecosur, unidad Chetumal, con Tapirus bardii en la Reserva de la Biosfera de Calakmul, que se extiende por más de 700,000 hectáreas sobre la península de Yucatán.

Pérez señala que, como en otros países, la tendencia de este animal va a la baja, siendo la destrucción y fragmentación de su hábitat, sus mayores amenazas. También se ven afectados por los incendios y las sequías que se intensifican con el cambio climático. Incluso se les sigue cazando en algunas regiones. En otros países de América, como en Brasil, los casos de atropellamiento son alarmantes, “ahí una investigadora ve en cada salida de campo entre 10 y 15 tapires atropellados, acá no llegamos a esa cifra”.

Reserva de la biosfera Calakmul en México

tommasolizzul/Getty Images

Siguiendo los rastros del jardinero de la selva

Dado que esta especie es muy evasiva y difícil de ver a pesar de lo grande que es (llega a medir dos metros y pesar 300 kilos), Pérez, junto a otros investigadores de Ecosur y la UNAM, ha optado por rastrear al tapir a través de sus heces. En sus investigaciones ha revisado qué comían los tapires y qué parásitos tenían; ahora revisan si hay presencia de microplásticos en las heces de tapir.

Algunos estudios en América han evaluado su labor al dispersar semillas. No todas las semillas son viables porque llegan a morder muchas, algo que se conoce como depredación de semillas, pero en general son excelentes jardineros de selvas. Otro estudio de la microbiota de sus heces mostró que los tapires en Calakmul tienen una buena estabilidad y variedad de microbios vinculados a un bosque tropical sano.

Mientras que varios trabajos de investigación han mostrado que no solo se tragan las frutas y luego defecan las semillas por todo el monte. Sino que las bacterias que el tapir tiene en su tracto digestivo ayudan a la fertilización de semillas, “el tapir, más sus amigos, ayuda a esta dispersión y a que las semillas puedan tener un alto porcentaje de viabilidad”, cuenta Pérez.


hormiga transgenica
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Ecosur posee heces de tapir congeladas desde hace cinco años con las que se harán pruebas para ver si pueden usar las semillas que contienen. “Guardar las heces del tapir como una buena estrategia de reforestación de sitios donde se necesita”. Pérez detalla que hay estudios de Brasil  que muestran la efectividad de tapires al depositar semillas en bosques perturbados.

Pero, ¿qué tal que no tienes tapir?, propone el investigador: “A lo mejor las heces congeladas las puedes llevar y así toda la cantidad de microbios y semillas, eso te puede ayudar a que reforestes una zona con un “tapir falso”. Por ahora, en México han observado que este animal —que es pariente del caballo, del rinoceronte y de las cebras— tiene una mayor diversidad de bacterias que el microbioma de esas especies.

Tapir en Montes Azules, Chiapas.

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Pérez comenta que una parte de su doctorado fue revisar la dieta del mamífero, “cuando hay fruta disponible en el ambiente comen mucha fruta, se vuelven hasta 90 por ciento frugívoros, les gusta más”. Buscan mucho el árbol ‘Ramón’ o el zapote, este último tiene hasta 70 % agua, algo útil para sobrevivir en medio de una selva que no tiene ríos y en la que el agua disponible se almacena en ojos de agua naturales, artificiales y arroyos estacionales. Muchos de los cuales quedan secos cuando no hay lluvias.

En una de sus investigaciones, Jonathan Pérez analizó casi mil fotografías de tapires hechas con cámaras trampa en bosques comunitarios y en la reserva, y encontró que no se encontraban enfermos, lo que significa que “la cantidad de bosque que tienen conservado algunas comunidades tiene las condiciones óptimas para soportar a una población de tapires en buenas condiciones”.

Conflictos por sequías

Pero a veces, la relación con los humanos se complica. En otra investigación publicada en la revista científica Neotropical Biology and Conservation, reportaron que no había relación entre las visitas de los tapires en sitios con población humana y la precipitación anual, pero que en 2019, año con pocas lluvias, aumentó de forma dramática la cantidad de encuentros con tapires cerca de los ejidos de Calakmul en ojos de agua y colmenares.

Esta investigación fue realizada a raíz de notar que ante la escasez de agua, los tapires van a los ejidos para calmar su sed y que esos encuentros llegan a ser desafortunados para los tapires. De hecho, desde 2008 se observaron más animales en poblados, la mayoría en malas condiciones corporales y deshidratados. Los mamíferos requieren hasta 15 litros de agua por día y la mayoría de sus actividades son nocturnas precisamente para soportar el calor.


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El análisis que realizó el científico es muy importante dado que es necesario replantear estrategias que eviten los conflictos entre los humanos y la vida silvestre por recursos limitados. Sobre todo cuando el escenario ha sido con sequías cada vez más frecuentes e intensas en el sureste de México, situación que empeora con el cambio climático.

Además, las investigaciones han dejado en evidencia que aunque los tapires llegan a entrar a las milpas, no son los principales asaltantes de cultivos como la gente cree. “A veces no son los animales que más destrozan, pero son a los que más les echan la culpa por su tamaño. Puede entrar un grupo de 30 coatíes y te hacen un relajo peor que un tapir, pero al ser más grande el tapir, lo culpan y lo matan", comenta Pérez.

Dejar en claro quienes dañan los campos no es banal “la estrategia debe dirigirse a como ahuyentar a la fauna que causa mayor desastre y decidir qué estrategias llevar a cabo para espantarlos, no se trata de matarlos, sino de generar una coexistencia entre estas especies y el ser humano”.


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Repensar la conservación

Desde 2017, el veterinario se unió a un grupo de trabajo con la UNAM para investigar el microbioma del tapir, ahora buscan estudiar condiciones de cautiverio. Hay estudios que mencionan que el cautiverio conserva a la especie, pero es muy agresivo para la diversidad bacteriana del tapir.

Dado que no hay muchos tapires bajo cuidado humano quedan pendientes muchas investigaciones para hacer una buena práctica, como estudiar detalles que permitan la reproducción asistida. Pérez considera que encerrar animales es una idea de viejos zoológicos que debe dejarse atrás y que ahora el cuidado en cautiverio debe plantearse para entender diferentes aspectos de la especie con miras a lograr un santuario que conduzca a la repoblación en vida silvestre.


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Por otra parte, señala que la estrategia de conservación que más funciona es mantener grandes espacios de selva conservada. “Si tienes una selva en buen estado de conservación va a haber agua, gran cantidad de árboles donde ellos puedan comer, pues cuando no hay mucha fruta tienen que comer hojas y la cantidad de hojas puede ser de 15 kilos diarios, ¿y dónde los van a encontrar?”

Para caminar hacia la conservación, también es útil que la danta sea conocida y respetada por la población. “Necesitamos fomentar que la gente lo conozca, que vea lo que hace en su ecosistema”. A Pérez le parece increíble que los mexicanos identifiquen más a otros animales que no habitan México que al tapir y apunta como necesario que eso cambie pronto.

Un paso difícil de seguir

En Ecosur llevan más de una década trabajando en el estudio del tapir. En esos años la estrategia de monitoreo ha cambiado. Han colocado algunos collares de telemetría que manda señales para saber dónde está el animal, cuánto se mueve en el paisaje y qué lugares frecuenta. Antes debían detectar a mano la señal del collar con una antena en medio de la selva y seguirla para obtener información. Ahora los collares mandan señal a un satélite y, dependiendo del paquete que compren, así como el acceso a antenas de teléfono, logran diferentes niveles de resolución para el monitoreo.

Desde hace 11 años también obtienen datos de cámaras trampa. Las primeras medían alrededor de 40 centímetros, usaban pilas grandes. El investigador ríe y dice que requerían más gente para llevar pilas que para llevar cámaras. “Ahora son camaritas, usan pilas doble A y memorias chiquitas, todo se ha ido compactando y puedes tener mayor acceso a las zonas que habitan los tapires, estas suelen estar lejos de los humanos debido a la cacería”.


cóndor de california
El Programa de Reintroducción del Cóndor de California en su hábitat natural en la Sierra de San Pedro Mártir, Baja California, es considerado uno de los programas más exitosos sobre conservación de especies en riesgo.

Determinar cuántos tapires quedan es difícil, hacer censos con cámaras trampa es más complejo que con otras especies porque entre tapires hay pocas diferencias físicas,  “No es como el caso de los jaguares que por el patrón de las manchas los identificas”. Las estimaciones varían tanto que algunos expertos calculan que quedan entre 3,000 y 5,000 especímenes. De cualquier forma, explica el investigador, tener menos de 5,000 individuos de población y que las amenaza que tienen no disminuyan, es un grave problema. En los últimos 40 años, el 70 % de la selva se perdió por deforestación y fragmentación del territorio.

Los tapires son de los pocos grandes vertebrados que sobrevivieron a la extinción del Pleistoceno que acabó con mamuts, tigres dientes de sable y perezosos gigantes; en la actualidad, van ganando la partida las actividades humanas que amenazan su hábitat.