MEXICANAS POESÍA Vladimir Rothschuh

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MEXICANAS POESÍA

ANÁBASIS

VLADIMIR ROTHSCHUH

Mexicanas Poesía

INDAUTOR: Número de Registro: 03-2023-092712441100-14

Editorial Anábasis

Impreso en México

Octubre 2023

ÍNDICE Proemio 1 Manos 2 Ombligo 3 Rodillas 4 Voces 5 Lengua 6 Talle 7 Pecho 8 Órganos 9 Cadera 10 Lunares 11 Hombros 12 Desnuda 13 Labios 14 Párpados 15 Comisuras 16 Cacao 17 Redondez 18 Lecho 19 Ancas 20 Paladar 21 Muslos 22 Cuerpo 23 Latidos 24 Cuello 25 Cintura 26 Ayes 27 Piel 28 Torso 29 Ingles 30 Cabellera 31 Tabaco 32 Descalza 33 Ojo 34 Sangre 35 Sudor 36 Pliegues 37 Corazón 38 Carne 39 Bostezo 40 Dedos 41 Pies

El encierro de la pandemia fue una maravillosa circunstancia para sanar mis deudas con Sigüenza y Góngora, y ponerme al día con el novohispano. El “mexicanista” Sigüenza vivió como su amiga Sor Juana la tercera peste, pero determinó que no era consecuencia de la perversidad de los astros. Recordé que por ahí andaba Méndez Plancarte y hurgué en la biblioteca encontrándome con un viejo poemario de los años ochenta sepultado por el consejo de Octavio Paz, que al presentárselo una tarde lluviosa en su departamento de Reforma, me expresó como el Adonai de los Poetas: “éste soy yo”. Lo que para mí significaba un halago a su ingenio imitándolo, para él encarnaba la conseja a los creadores jóvenes. Su propuesta inmediata fue que buscara mi propia voz, viniendo de una gran tradición con Rubén Darío, Salomón de la Selva y ese ingenioso Martínez Rivas, merecía sazonar mi propia vena. Sobre el creador de la Insurrección Solitaria tuvo frases de elogio inmenso reconociéndolo como un poeta significativo de su generación, desafortunadamente el talento de Carlos no se exigió disciplina para la trascendencia de sí mismo. Encontrar mi palabra era para Octavio Paz, experimentar la versificación con Henríquez Ureña y Tomás Navarro; en tanto hacía periodismo, volcarme en la crítica de poesía. Consideraba Paz la economía del lenguaje una transgresión de los nuevos poetas por alejarse del ensayo y la traducción, vertiente que mitigaría el impresionismo creativo que Alfonso Reyes cuestionaba en la falta de (est)ética poética: la inspiración debe educarse, la

PROEMIO

prosa es la escudera del verso. Evite, afirmó Paz, que el periodismo lo devore como sucedió con Salvador Novo y deje que estos poemas maduren a su tiempo. Así permaneció varias décadas sepultado este poemario que originalmente tenía un título tomado de un verso de Lope de Vega, hoy descartado, así como muchos poemas-espejo del autor de Piedra de Sol. La instrucción de Paz fue un obituario que décadas después exhumo de sus buenas intenciones y divulgo como un auto de fe: sobrevivió al tiempo y a la peste.

Desploma tu alzada

altiplano jugoso El sol tiñendo rebozos

enhebra mis manos Hilos

jalados al filo de tu desbordada soltura

Truenos emplumas

Trepidante tezontle

Al silencio concebiste ombligo

Hablas y hablas

Se juntan en gajos los dejos de tu queja y tu sudor descifra menos de ti

Esa mujer cidra recién cortada

arenga y creo escucharla

En sus vocales como aljibe

amoroso asomo

viéndome en lo único que veo Tus tañidos azahares desprenden

ombligos deslumbras

Esa tez en reposo eriza tus latidos

Me miro por completo al mirar cómo te deseo

El cabello de mi mujer es grito de hierba

Puedo beber la ilusión en sus rodillas sin temor

Su cabello es sazón de primavera

Nada vale que la begonia se crea liebre en su estilo

El cabello de mi mujer es sueño que la claridad tercia

Suelo rodarme escarabajo entre sus piernas

El cabello de mi mujer se alumbra con mis besos Cazarlo menguante y brotar helecho en sus bríos

Su cabello es grifo goteando un pájaro

Mas vertiginosas mis ansiedades en su ombligo

Su cabello es el jugo del trópico que las horas cantan

En su cabello el furor lava mis retratos

Al cabello de mi mujer por mi amor se llega

cuando vuelvo de la paciencia de las rosas del agua de los sueños emerges cuando vuelvo del aroma callado del suspiro tu cuerpo insinúas y me llamas como la mañana su coral arquitectura mis voces invisibles cayendo una a una en tibieza de jueves acopias milagros ante su OJO nuestra casa ardiendo cuando vuelves

Tu nombre golpeaba puertas y lapidaba lumbreras

Badajos en lajas confesos

Tu alias susurrado como un soplo sin verbo

Concebida en peldaños la negada porción mentida del real

bajo la lengua

Y la plaza sin bandera gritaba sus lágrimas

Y frituras cobrizas leudaban portales

Y un frío salitroso cuajaba campanas

Retablos de milagros rotos en tilma pequeña

Tus nombres

Ese delgado tallo tuyo

Arco de juegos para una

Juego de arcos para otra

Transparente sombra entre amantes

Como columna en medio

Echo mi peso encima

Y quemo

Ese delgado talle

Alguna deberá marcharse

la niña escucho agigantarse

la mujer sin rencor aguarda

Entre seres de un solo cuerpo

Ese delgado tallo

En alto

Meces

Mi espera Incubas

Transparencia

Agitada

De lado a lado

Tenaz

En ires y venires

Acomodas

Primaveral cantata

Tus pechos

Grandes órganos del mar a través

Grandes travesaños marinos en los órganos

Me equivoqué muchas veces repetí las cifras

Más una de ellas se perdió por las nuevas reglas

Dos veces dos dos veces ni una

Grandes pianos del deseo a través del desierto

Grandes pianos desiertos a través del deseo acuoso

Grandes deseos del piano del líquido desierto

Hasta las rodillas sus botas con ojos en todas partes

Tras el jaguar, la ceiba y el jabalí

Líquidos grandiosos del piano el desierto atravesando

Orgánicos marítimos grandísimos a través del salero

Las uñas contra los cedros estese en paz

Con su vestido en olas sienta mi amor

Ese animal recibe todas las noches

Olvidó su licor oscuro

La nuca tibia atrajo caricias

Grandes acordes de la pasión lunar cruzando el estío

Grandes teclas del estío a través de la lunática mirilla

Grandes cilindros lunares a través de la hastiada luna

Grandes acordeones pasionarios en el hastío de la pasión

Y pensar mi niña que este es un poema de amor.

Fue bajo un gran aguacero atravesando aires, gente su pecho fue velero y su cadera inclemente. Y al llegar la lluvia, trunca.

ágil, mi mano rotunda

dijo ahora, otra vez, nunca.

-En trozo oscuro se funda

al centro todo el misterioRelámpago en los cristales, rápido como cauterio. cicatrizaba vitrales.

Fue bajo un gran aguacero

Carbón encendido su gozo, bracero el mío, refiero.

Fue bajo un cielo lloroso.

Una sonrisa secular

Y un delgado oro

Tu cuello rayando

Lunares son en tu pecho

Las infinitas estelas doradas de mi voz

Cómo no errar en el laberinto de tu boca

Y cuándo esclarecer al ángel en la alcoba

Y heme aquí de tus poses bordando giros

Si vuelves a hablar de lo que fue no será

Es sólo un pez criado luz del espejo

Demasiado ibérico el ritmo y a ti te gustan rancheras

Esos helechos tocan mejor sin sus índices el arco de tu espalda

En fin tantas cosas nos podemos imaginar de un poema

Ayúdame a recordar qué es eso de abajo que no me olvida

Desde tus hombros

el mundo

Declarada indiferencia

Sobre mi rostro

días de adioses y azúcares rosas

Los ritos del cocodrilo cenizas

Los ánimos conduces

Soy tu primera sílaba

Y en el ocaso tu pensamiento

Hacia las torres del corazón

multiplicada vas una y otra vez como la marea regresas

Mi sangre sacrifica tus cuerpos

tus cuerpos mi sangre electrificaban

Un árbol de luz tus pupilas

chasqueas tus dedos y nos precipitamos

Allá las desmesuras de los artificios

Aquí demasiado cerca para tarde

Cálida vendas mis cejas

Manos alfiles tus pechos estiban

Tréboles de corazones

Los caballos arando los triunfos blancos

Profanos nuestros cuellos al insondable

Naturales en el transtierro

El pavorreal cantaba la ruina de los goznes

Como el desbalance de tu signo

Hacia ti estoy viniendo

El día que grita ensalmos suéltalo

Y aguardemos las termitas del aguacero

Patria ciega la lluvia traerá a nuestros besos

Como desnuda selva

solitaria te tiendes mercando lustrados vaivenes

Grito y plegaria

solar de mi casta

Cicadas fieles

Pretendimos sombra

Diluido el sesteo

enardecido el deseo Como la montaña que se alza y nombra versos de yedra en la furiosa piedra

Dos gotas de candor

Tuyas sin que degustara mi boca

Esa voz melosa colgada

Y de pronto cruda

Sordo a tus labios ácidos prendabas

Oírte venir con tus agujas trepanando

Y ese mutilado adiós de los rieles

Tu clemencia aparecida

Penetré su vigilia de indeclaradas noches

Aposento tu deseo sin llaves ni picaportes

Sus orugas roen mis sueños hilados sueños de los nueve andamios

Sellados en su provincia sumergida organillos del placer aéreo con acantilado

Acantilados de aires placenteros

placeados sus acantilados peligraban mis instantes

Amantes ciegos acarreamos nuestras sombras

Aquellas sombras arreaban a los ciegos

Y la piel al tacto horadaba el gozo

Detrás de un árbol

Bajo la piedra

Entre las ramas

Tras los muros

De la rama apedreada y del árbol del muro encima

liturgias brotaban

Perpetuas tundras

abrieron sus pestañas de enlodados rojos

Rodillos sin tambor remueven mi ahogo

Buenos días Señora

Buenas noches todos ustedes

El aire

Rastro de pájaros

Y rutas vírgenes

Iluminando pensamientos

Horizonte arriba

Esquife la extrañeza

Logro ver nada

Si reaparezco estás

Los primogénitos del tiempo

Ascienden abajo

Y más allá el aserrín

A cuestas las reliquias del ego

Acuestas las guacamayas

Precipitando su plumaje

Mis brazos prendidos

Mis manos como dioses

En tus adentros mucho más

Grecando limaduras del tigre estrechado

El eco en conos húmedos levantará al sempiterno

Seducida por el viento

El viento seduciéndote en las frondas de tus hombros

Junté mis favores y tus eslabones nublaron comisuras

En los temblores destilabas inexplicable hielo

Ardían los cristales en tus belfos agitados

Nada te fingía salvo el imprudente enigma

Río cual sonríes al horizonte agotado

Crucé mis dedos en tu nudo ciego

La arena de tu cintura desató el reloj de sombras

Ajustado a tu delta

encandilaban tus tajos

Ahí detallé cimas a tu bajura

hilvané el cabal giro

Apeteciendo adagios

sospechabas aquello inalcanzado

A tu compás

balbucías otras lenguas

Renombrando lo dulce

el acanelado resplandor de la flor atrevida el flanco satinado de especiada vainilla y el meridional cacao derretido en bucles

Guarnecida pieza bruñías o lustraban tus jadeos

Los promisorios arribos de tu ventura

Humor de mieles acumuladas

Grita menos cita

Esa vertiente entre sílabas

Una por una

La redondez de tu fortuna

El lunar anónimo de tu labio

Una sombra curvada en velos

Ese amor que asomas

Instinto tu bronce

lo toco y me tocas

En ramos lo que está siendo

Faldas falsas desaguándose

Suena tanto

Sueña

Esperada no aparece

Espía mientras acecha

Vislumbres revienta

El rostro centella

Siempre acogido

Discurriendo quedo

Vertiente y lecho

Sotos en mata

A la noche

Devine quitando El broche

Que las manejaba

Unidas

Cuatro se hicieron

Sus ancas

Ocho yeguas

Perseguidas

Las arenas

Sin costuras

Con enormes piernas

Francas

Querían volverse

Duras

Rezaban urgentes

Labios

Escalerilla incompleta

Mi mar la sobaba

A cambios

Sus cansancios eran

Meta

Sobre el silencio los ayes

Tiraban brechas y calles

En las intenciones

Orlas

Paladar sin dunas

Entraña adentro

Ensimismadamente extraña

Flecos de recogida luna

Tocamos incluso los vórtices

Eterna la calle barriendo arraigo

Batían tristezas las azotadas puertas

Mi propio cuerpo ajado parecía una siesta

Verjas de un Oriente en cumbres marchitas

Entrelazadas las púrpuras insinuaban

la estación de los estrenos

Pulcros de bestia enamorada

Enamoradamente turbios desasentados

Los volúmenes indispuestos

Un paisaje lunar sin antenas

Un deseo sin grasa en los dedos

Un gemido entre muslos como entre rocas

Narrando nada el silencio inspira

La prisión ribereña a tu costado

Edificando el azar en poema

En el verano incomprendido desde la infancia

Más bien fijado en ascuas era primavera

Purpuraba longeva nuestra deriva

Pregunto

Tu cuerpo responde

Eco de otro

Responso

Hemisferios infieles

Exclamaste

Naciente

Repito

Te soy

Más hueco pide tu pecho al mío

Golpear dos tres veces

Tirado por tus caminos

Fluyes y vuelves

Pardean las azoteas

Sin uñas herirte

Tiene halo la luna

La luna tiene marido

Dos latidos pulsan

Dos tres veces

Tu pecho al mío

Como el río al agua ahogaré en caricias

Hasta la raíz mirando el ojo espuma

Tus filos al aire vidrios borraré

El cuello al beso

al labio el roce Comerás mis vides

en ruidos repartida beberé tu copa

Desnudaremos aires guardaremos tiento

La sal remota de los caracoles

Las doce astillas del amor obligan Arderá el silencio

Arderá tu sangre

Ámbar tras tus párpados

Mujer sin fin

Como el pez al río Me traes

Sólo queda un reflejo de canciones

Y una cintura de nubes sin cielo

Un coral de amor, un furor de duelo

Sola queda de ti sólo intenciones

Reconstruir la violencia en las espumas

Deconstruir el lecho es pintar las lunas

Los ruidos, los peces, tus bellas dunas

Revivir, fundar, sólo quedan plumas

Ciegos de luz doloridos listones

Arriba soltamos gracia

Abajo

enlazamos duelo

Escenario de ayes trazan

Plisados pendones

Una máscara

Una más cara allá de tus olas

Paloma vencida el mar

Amarillo tifón a tu cintura

Cada sol que metes bajo la almohada

Que se junten o que se encuentren

Con tu geografía vasta

Con o sin luna en la piel trémula

Verte desnuda como al principio

En tu mañana desde ayer siempre

Te guardo como una pizca de sed

La mascada del viento en el puerto

Tus muslos en el desaguadero celando

Soy tu juglar de aspada vendimia

La mañana anda sus caminos

Mis caminos tus cuerpos

La mañana puso leche en los labios

Mis labios alba a tus pechos

La mañana es arena

Tu torso bahía

El mediodía inventa un pájaro

Mis manos cielos

El mediodía suda verde

Tu frente soles

La tarde a cántaros entre tus muslos

La tarde fábulas tostaba

Desde mi puente

Pastores a tus almenas

Litorales uncidos

El viento donde borbotea

En tus ingles

Memorial de sonrisas

Sin camisa el día

Desde mi puente

Trazando el camino

Este mar como tu cuerpo

Tus olas cascan avenidas

Ese barco de cabellera fugitiva

Hacia el ombligo

Tu rosa amanecida

Y el deseo cabalgado

Parece un hombre

La aguja apunta a tu cintura

La ruta más breve a los besos Cómo anhelo poner mi corazón

Despojado tu torso

De tabaco en las sedas

Mi tiento pronuncia tu adagio

Un horizonte de astas embebidas

Tu faro chorro de soles

Tu faro jaspe encantado

Al espejo descalza rizándolos

Y en mi pupila

Revuelve el escaparate tus líneas

Sobre tu vientre

Desangras tempestades

Un sinfín de luciérnagas

Hacia tu faro

Tu faro sin párpado azorándome

Tu faro manantial de obsidianas

Tu faro páramo sonámbulo

Tu faro ciénaga de los deseos

Tu faro alarido de acequias

Tu faro vértigo divertido

Tu faro mi puente

Mi puente eres tú

El bronceado ascendente de las columnas

Rubrican la brutal oscuridad

A tu figura

Arde el pabellón sereno

Desatadas apostasías

Menguante tu noche

Atrapabas mis

Roces

Doblaba la sangre

En bisel tus límites

Filo de luz inclinaba

La pasión en el desquicio

Su desnudez desnudaba

Silencioso precipicio

Parcelado y solariego

Tras mi solar desolado

Su claridad le navego

Hasta viajar constelado

Entre el sudor de sus piernas

Hundiendo lengua y pupila

Ardores de agujas tiernas

Luz que su vientre destila

Llamarte tifón o tormenta

Renombrar tus pliegues oscuros

Gira en mí tu girar perpetuo de mar grávida

Extensiones se arquean por el peso húmedo

Y mi cuerpo igual como tú antes por el mío

Esplendores púberes tu luz gotea

Débil entre hojas de té y sahumerios

Dichoso el satín de tu piel especiada

Mi tacto responde las recompensas

Despegas mensajera ganando maneras

Pierdes peso en el eje deleitado

Importa que te llame aluvión o tornado

Gira y gira y no dejes de girar

Dentro de mí como enormes latitudes

Maduro tu pecho

Desgrana la espiga

Himno en llamas

Eco de hielo

Entre tu voz y mi voz

Cantadas centellas

Duro has de tener el corazón

Como de cielo

Vegetación de palabras

tu monzón de enredadera

Desollando crestas

avenidas en tu jungla herida

Tierra de tu carne

mi denso resuello espesa

Desde un frondoso brocal de claridades

cantas reverdecida y devuelves

ramas a la vida encendiendo tatuados líquenes

Estro el astro de melosas sales

Bríndame un vaso

Secular de tu aura

Como inmenso bostezo

Sacado de otro sílice

Soplaré abundancias

Sin pichones diáfano

Largo brazo el bajel

Rayando dudosas cumbres

Hundiste tu mano aguda

Extrajiste el alba de mis sienes

A la hora justa la fuente

Cimbran tus reflejos y mi sed escamas

Desnuda pasas mis desvelos

Pasan íngrimos los abalorios

amonedadas tus caricias ruedan

Testimonial la morena festiva

empedrabas su atrio calzando insomnios

Velaba sin velas tus velámenes y tus dedos repasaban mi alfabeto

Silabando y aspirando un siglo sucedías una a otra como páginas de agua

En sábanas prendidos de sirenas trozos de cielo estallaban las súplicas

La espada trazando el sarro advertido

Vaporosa la fuente tiritaba

A esta hora la plaza

Dormido su lecho al sueño, figuras entretenidas sus pies al amante.

Y no hace falta ver el palpitante infinito, sus nichos sobre duras esquinas donde el viento vez

alguna

derramó sus dones tras una roca

madura en color y aromas de loca seña. No repares esta fortuna de derramadas luces. En celada el triunfo como el revuelo creciente

al tiempo gritaría

combatiente

tras rústicos reires en almohada.

,

Versión digital comprimida para Flipp Ciudad de México

Octubre 2023

Vladimir Rothschuh es autor de los libros Breviario al Alba, Ciudadano Global, Ayotzinapa tu Violencia y Alegoría del Deseo. Ha sido desde 1985 ensayista, editorialista y articulista para revistas y periódicos tales como: Revista Vuelta, El Heraldo de México, La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Boletín Bibliográfico Internacional Azteca del FCE, El Sol de México, La Prensa, Revista Siempre!, Revista Impacto, El Heraldo de Puebla, El Heraldo de Aguascalientes, La Opinión, El Diario del Yaqui, Gaceta de la Escuela Nacional Preparatoria, UNAM, Rumbo, El Financiero, Impacto Diario, Revista Tribuna, Kaosenlared, Las2orillas y León Noticias, entre otros.

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